Materiales para 5to y 6to

Materiales 5 to. Desde la era napoleónica hasta la Restauración

Datos Cronológicos

1794 Reacción de los moderados frente a los jacobinos. Creación de un Directorio de cinco miembros.
1799 Se establece el Consulado. Tres miembros. Primer cónsul Napoleón.
1802 Carácter vitalicio para el primer cónsul. Reformas sociales y económicas inspiradas en la Ilustración.
1804 Una nueva Constitución convierte a Napoleón en emperador.
1806 Expansión del imperio napoleónico en Europa. Sistema continental contra Inglaterra (bloqueo comercial)
1815 Derrota definitiva de Napoleón. Congreso de Viena.


1) Un retrato de Napoleón

“Bonaparte, como la raza de los príncipes, sólo ha querido y buscado el poder, y ha llegado a él a través de la libertad (…) Bonaparte no es grande por sus palabras, ni por sus discursos, ni por sus escritos, ni por su amor a las libertades, que jamás tuvo ni intento establecer. Es grande por haber creado un gobierno regular y poderoso, un código de leyes adoptado en diversos países, tribunales de justicia, escuelas, una administración fuerte, activa, inteligente, y sobre la cual aún vivimos. Es grande por haber resucitado a Italia. Es grande por haber hecho renacer en Francia el orden del seno del caos; por haber reducido al orden a furiosos demagogos, a orgullosos sabios, a volterianos ateos, a oradores de plaza, a asesinos de cárceles y de calles”.

François René, vizconde de Chateaubriand
Memorias de ultratumba (1848-1850), publicación póstuma.

La herencia de Napoleón

“Alguna vez se ha considerado a Napoleón el último déspota ilustrado, el hombre que concentra en sus manos un poder ilimitado para proceder a reformas, y en efecto, el refuerzo del poder central y la modernización de la administración habían caracterizado a las monarquías del siglo XVII. Pero, por otra parte, Napoleón es un hijo de la Revolución, que mantuvo el principio de la libertad de los campesinos y la igualdad civil, aún mostrando al mismo tiempo que no era incompatible con la prepotencia social de los notables”.

Antonio Fernández

2) La Restauración


Después de la caída de Napoleón en 1815, los representantes de los países vencedores (Austria, Rusia, Gran Bretaña y Prusia) se reunieron en el Congreso de Viena. El Congreso tuvo como principal objetivo la Restauración del Antiguo Régimen y, por supuesto, de los gobiernos absolutistas anteriores a la época revolucionaria.
La Restauración se fundamenta en tres principios básicos: 1) el de la legitimidad, que restauraba en el poder a los llamados monarcas legítimos destronados durante la era napoleónica; 2) el de compensación, por el que algunos países recibirían territorios por las perdidas sufridas; 3) el de equilibrio del poder, con el que se buscaba impedir que una nación determinada llegara a ser tan poderosa que se constituyera en una amenaza para la soberanía de las demás.
Para dar cumplimiento a lo establecido en el Congreso de Viena, se realizó una serie de acuerdos y alianzas; el primero de ellos fue la llamada Santa Alianza, pacto firmado por Rusia, Austria y Prusia. Más tarde fue la Cuádruple Alianza, creada por Rusia, Austria, Prusia y Gran Bretaña. Esta alianza creaba una organización destinada a dar cumplimiento de los tratados impuestos a Francia, y ha sido considerada como un intento para evitar que despertara el espíritu revolucionario de Francia, o que surgiera un nuevo imperio como el de Napoleón.

Monarquías absolutas y constitucionales

El principio de la legitimidad y las prerrogativas reales conciliados con la concesión de algunas libertades. El sistema de “carta otorgada”

“La Divina Providencia, volviéndonos a llamar a nuestros Estados después de una larga ausencia, nos ha impuesto grandes obligaciones. La primera necesidad de nuestros súbditos es la paz. Nos estamos ocupando de ella sin descanso, y esta paz, tan necesaria para Francia como para el resto de Europa, está firmada. El estado actual del Reino requería una Carta Constitucional; la habíamos prometido y la publicamos. Hemos considerado que aunque en Francia la autoridad resida completamente en la persona del Rey, nuestros predecesores no habían vacilado nunca en modificar su ejercicio a tenor de la evolución de los tiempos. Hemos podido apreciar los efectos del progreso de la Ilustración y las graves alteraciones que se derivaron de ello (…) Al mismo tiempo que reconocemos que una Constitución libre y monárquica debe llenar las esperanzas de la Europa ilustrada, hemos debido recordar también que nuestro primer deber hacia nuestros pueblos era el de conservar, para su propio interés, los derechos y prerrogativas de nuestra Corona. Hemos esperado que, instruidos por la experiencia, estén convencidos de que solo la autoridad suprema puede dar a las instituciones por ella establecidas la fuerza, la permanencia y la majestad de que ella misma está revestida”…

Preámbulo de la Carta Constitucional francesa. 1814.

Ejercicio: Subraya en el texto todas las afirmaciones que contradicen las ideas del liberalismo revolucionario del siglo XVIII

La Santa Alianza

“De acuerdo con las palabras de las Santas Escrituras, que ordenan a todos los hombres mirarse como hermanos, los tres monarcas contratantes permanecerán unidos por los lazos de una verdadera e indisoluble fraternidad (…), se prestaran, en toda ocasión y en todo lugar asistencia, ayuda y socorro, teniéndose en cuenta como padres de familia en relación con sus súbditos y ejércitos, a quienes dirigirán con el mismo espíritu de fraternidad con que están animados para proteger la religión, la paz y la justicia”.

Fragmento del pacto de la Santa Alianza entre Austria, Prusia y Rusia


“En su deseo de eliminar las huellas de la revolución y las conquistas del Imperio, la Europa de 1815 se convirtió en una Europa legitimista, clerical y reaccionaria. Sin embargo, los gérmenes de las ideas de 1789 permanecieron vivos. El descontento fue incubando desde los intelectuales al proletariado, desde los liberales a los demócratas, desde los burgueses ilustrados a los obreros desarraigados por la naciente revolución industrial, en casi todas las clases sociales y en casi todos los países. Este descontento espontáneo, esta revolución latente hallaron su justificación en diversos tipos de ideologías, moderadas unas, virulentas otras. La Europa de 1815 estaba madura para una larga sucesión de revoluciones”.

Jean Baptiste Duroselle

Materiales 5 to Las Revoluciones liberales o Burguesas. Parte II

4) Las tendencias de la Revolución en Francia

A-Los principios del 89. La tendencia moderada.
- Preponderancia de las libertades individuales.
-laissez faire, laissez passer. Aplicación del liberalismo económico.
-Intento, muy limitado, de redistribución de la riqueza.
- Legislación contra las coaliciones de patrones y de obreros (corporaciones).
- Ciudadanos activos y ciudadanos pasivos.

La política económica liberal

“(…) Tanto el monopolio como el privilegio dificultaban la competencia comercial e industrial; el monopolio colectivo de los poderosos, en las corporaciones; monopolios y privilegios particulares de ciertas empresas, manufacturas y compañías. Tanto en el interior como en el exterior, la circulación de productos estaba obstaculizada por tarifas proteccionistas, pactos, contribuciones indirectas y consumos… La Constituyente aparta la mayoría de los obstáculos en virtud de la libertad de acción y de la libre circulación. En cuanto a las novedades que traerá consigo la libre circulación, se trata concretamente del fin de los impuestos indirectos (…) Si le volvemos a colocar en su ambiente, el individuo debe ser único y libre agente, el único y libre actor de la creación y de la circulación de las riquezas, el único y libre dueños de su propiedad, como una opción de productividad y de igualdad en la competencia; más aún, y esto para un efímero presente, como una política de bienestar social”.

Mousnier-Labrousse


Legislación contra las corporaciones (agremiaciones); Ley le Chapelier

“Muchas personas han buscado la recreación de las corporaciones abolidas, formando asambleas de artes, oficios, artesanías. El fin de estas asambleas que se propagan en el reino y que han establecido vínculos entre ellas, es forzar a los empresarios a aumentar el precio de la jornada de trabajo (…) Debe, sin duda, permitirse a los ciudadanos que se reúnan, pero no a los de ciertos profesiones con pretendidos intereses comunes. No hay más corporaciones en el estado, no hay más que el interés particular de cada uno y el interés general. No se permite a nadie inspirar a los ciudadanos un interés intermediario, que los separe de la cosa pública por el espíritu de las corporaciones”.

Fragmento del discurso de Le Chapelier al presentar el proyecto de la ley que lleva su nombre.

La democracia censitaria

“Por consiguiente, la nación, representada por una Asamblea legislativa única, vencerá en breve plazo al rey; pero, de esta nación política queda excluida una parte de la nación popular. A pesar de las primicias de la igualdad de derechos, que parecía prometer el sufragio universal, la Asamblea acuerda que el sufragio se base en el censo. De todos modos, nunca se había pensado en lo primero. Para la inmensa mayoría de los constituyentes, únicamente la propiedad, garantía empírica de discernimiento, de independencia y de cordura social, podía verdaderamente sostener la plena ciudadanía”.

Mousnier-Labrousse

La obra de los constituyentes del 91

“He aquí, solemnemente realizada, con la Constitución de 1791 la subversión del Antiguo Régimen y de la antigua sociedad. La realeza milenaria ha muerto. El que antaño era primer caballero de Francia ahora es tan sólo el primer funcionario público de la nación, creado por ella, pagado por ella, que puede destituirle, como si hubiera abdicado, si se niega a prestarle juramento o si se retracta de dicho juramento, si se pone al frente de un ejército reclutado contra el país o si permite que dicho ejercito actué o bien si, tras haber salido de Francia, no regresa cuando sea requerido por el cuerpo legislativo. (…) En la mente de los vencedores, las antiguas “superioridades” están aniquiladas. A partir de ahora, sólo se tendrá, en cuenta el dinero y el talento. El funcionamiento del nuevo sistema le garantiza a la alta y media burguesía, a sus representantes, la realidad del poder. A pesar de las disidencias, el régimen ha adquirido un sólido apoyo popular en el conjunto del país… Pero las fuerzas de la Revolución, en cuyo interior la pequeña burguesía aliada con las clases populares va a desempeñar un papel decisivo, aún pretenden ir más lejos. Cuando estalle la guerra general, cuando el peligro de derecha presione mortalmente al régimen, la necesidad pública concederá sus posibilidades a un nuevo ‘movimiento’”

B-La tendencia democrática-revolucionaria

Un extracto de “El amigo del pueblo” Agosto de 1792.

“Pero, ¿cuál es el deber del pueblo? No hay más que dos partidos a tomar. El primero, es el de apurar el juicio de los traidores detenidos en la abadía, dominar los tribunales criminales y la asamblea y si los traidores son absueltos masacrarlos con el nuevo tribunal. El último partido, que es el más seguro, y el más sabio, es el de presentarse en armas en la Abadía, arrancar de ella a los traidores, particularmente los oficiales suizos y sus cómplices, y pasarlos por el filo de la espada, ¡qué locura sería hacerles un juicio! Apurémonos nosotros también a armarnos, no nos dejemos sorprender por nuestros enemigos. ¡De pie, franceses, si queréis vivir libres; de pie, que la sangre de los traidores empiece a correr!

Marat

Declaración de derechos del Hombre y del ciudadano de 1793:

1- El fin de la sociedad es la felicidad común. El gobierno es instituido para garantizar al hombre el goce de sus derechos naturales y duraderos.
21- Los socorros públicos son una deuda sagrada. La sociedad debe la subsistencia a los ciudadanos desgraciados, ya sea procurándoles trabajo, o asegurándoles los medios de existencia a los que están imposibilitados de trabajar.
22- La instrucción es la necesidad de todos. La sociedad debe favorecer con todo su poder el progreso de la razón pública, poniendo la instrucción al alcance de todos los ciudadanos.
35- Cuando el gobierno viola los derechos del pueblo, la insurrección es para éste y para cada parte del pueblo, el más sagrado y el más indispensable de los deberes.

C- La vuelta al predominio de la tendencia burguesa moderada.

Declaración de derechos de 1795
2- La igualdad consiste en que la ley es la misma para todos, tanto cuando protege, como cuando castiga. La igualdad no admite ninguna distinción de nacimiento, ninguna herencia de poderes.
8- Es en el mantenimiento de la propiedad que reposa el cultivo de la tierra, todas las producciones, todo medio de trabajo, y todo el orden social.

5) La obra revolucionaria

A- Abolición del Antiguo Régimen

Los principios ideológicos. Las declaraciones de Derechos.

En Inglaterra:
“En estas circunstancias, los llamados Lores espirituales y temporales y los Comunes, hoy unidos en virtud de sus cartas y elecciones, constituyendo conjuntamente la representación plena y libre de la nación, y considerando seriamente los mejores medios de alcanzar el objetivo mencionado, declaran: Primero ( como sus antepasados hicieron siempre en parecidos casos), para asegurar sus antiguos derechos y libertades.
1º) Que el pretendido poder de la autoridad real de suspender las leyes o de ejecutar leyes sin el consentimiento del Parlamento es ilegal.
2º) Que el pretendido poder de la autoridad real de ser exonerado de las leyes o de la ejecución de las leyes, como ha sido usurpado y ejercido en el pasado, es ilegal.
5º) Que es un derecho de los individuos el presentar peticiones al Rey y que todo encarcelamiento o persecución en razón de esas peticiones es ilegal.
9º) Que ni la libertad de palabra ni la de los debates o procesos en el seno del Parlamento, puede ser coartada o puesta en discusión en ninguna corte ni en el mismo Parlamento.

Declaración de Derechos de 1689.

En los Estados Unidos:

1ra Enmienda: El Congreso no podrá hacer ninguna ley concerniente al establecimiento de una religión o prohibiendo su libre ejercicio, restringiendo la libertad de palabra o de prensa, o referente al derecho de los ciudadanos de reunirse pacíficamente y dirigir peticiones al Gobierno para elevarle sus quejas.
4ta Enmienda: El derecho de los ciudadanos de ser protegidos en sus personas, susa casas, sus efectos y de estar protegidos de toda pesquisa o embargo sin razón no podrá ser violado y no podrán ser dadas órdenes de pesquisa o de embargo más que por causa pausible, apoyada en el juramento o la afirmación de los demandantes. La orden deberá contener siempre la descripción del lugar en donde debe hacerse la pesquisa, así como la de las personas o de las cosas que deban ser embargadas.
Enmiendas a la Constitución de los EE.UU


En Francia:

Declaración de los derechos del Hombre y del ciudadano. 26 de agosto de 1789

Los representantes del pueblo francés, constituidos en Asamblea Nacional, considerando que la ignorancia, el olvido o el desprecio de los derechos del Hombre, son las únicas causas de las desgracias públicas y de la corrupción de los gobiernos, han resuelto exponer, en una declaración solemne, los derechos naturales, inalienables y sagrados del Hombre…
Artículo 1: Los hombres nacen y permanecen libres e iguales en derechos. Las distinciones sociales sólo pueden estar fundadas en la utilidad común.
Artículo 2: El fin de toda asociación política es la conservación de los derechos naturales y duraderos del hombre. Estos derechos son la libertad, la propiedad, la seguridad y la resistencia a la opresión.
Artículo 3: El principio de toda soberanía reside en la nación. Ningún cuerpo, ningún individuo, puede ejercer autoridad que no emane expresamente de ella.
Artículo 6: La ley es la expresión de la voluntad general. Todos los ciudadanos tienen derecho a participar personalmente, o por sus representantes, en su formación. La ley debe ser la misma para todos, tanto si protege como si castiga. Todos los ciudadanos, siendo iguales a sus ojos, son igualmente admisibles a todas las dignidades, cargos y empleos públicos, según sus capacidades, y sin otra distinción que la de sus virtudes y talentos.

B- La nueva sociedad

-Igualdad de las personas

Supresión de los títulos nobiliarios. Decreto del 19 de junio de 1790.
Francia.

“La nobleza hereditaria es abolida para siempre; en consecuencia los títulos de príncipe, de duque, de conde, marqués, vizconde, vidamo, barón, caballero… y todos los otros títulos semejantes no serán tomados por quien sea, ni dados a nadie. Ningún ciudadano podrá tomar otro nombre que el de su familia; nadie podrá llevar ni hacer llevar libreas, ni tener escudo de armas… Los títulos de monseñor y de monseñores no serán dados a ningún cuerpo, a ningún individuo, así como los títulos de excelencia y de alteza…”

-Sustitución de los estamentos, privilegios y títulos por clases sociales basadas en el nuevo régimen de la propiedad.

Inviolabilidad de la propiedad:

En los EE.UU: 5º enmienda a la Constitución: “Ninguna propiedad privada será tomada para el uso público sin una justa indemnización”.
En Francia: Art. 27 de la Declaración de Derechos del Hombre y el Ciudadano: “La propiedad un derecho inviolable y sagrado, nadie puede ser privado de ella más que si la necesidad pública, legalmente constatada, lo exija evidentemente, y bajo la condición de una justa y previa indemnización”.

-Redistribución de la propiedad rural en Francia, a partir de la nacionalización de los bienes del clero. Libertad de cerrar y cultivar los campos.
- Abolición de las corporaciones, de las asociaciones profesionales y prohibición de la huelga.
- Libertad de comercio, de trabajo; abolición de casi todos los impuestos indirectos.
- Puesta en práctica de las principales ideas del pensamiento fisiócrata y liberal. Triunfo de la política del laissez faire, laissez passer, sobre los intentos de dirigismo y redistribución del impuesto.

C- La nueva organización del Estado y del Gobierno

En Inglaterra:

La monarquía parlamentaria liberal.
-Predominio del Parlamento. Cámara de los Lores y Comunes.
-La política de los partidos: whigs y tories.
-Las restricciones al sufragio y la organización censitaria.

En los EE.UU

La República federal
-El gobierno federal y sus atribuciones.
- La separación de poderes.
- Las atribuciones de la Presidencia.
- El Congreso.
- El poder judicial.
-El gobierno estatal. Atribuciones.
- Las relaciones de los Estados con el gobierno federal.
-El sufragio universal en gran parte de los Estados.

En Francia
- La Monarquía parlamentaria
- Separación de poderes.
- Atribuciones de la monarquía. El derecho de veto.
- La Asamblea Nacional. Sus funciones legislativas.
- Independencia del poder judicial.
- Limitaciones al sufragio: organización censitaria.

-La República
La Constitución del 93. Sufragio universal, derechos sociales.
La Constitución del 95. El régimen de Directorio.
El sufragio restringido. Organización censitaria.

Materiales 5 to Las Revoluciones liberales o Burguesas. Parte I

Ficha 2
Revoluciones liberales o burguesas

1)Concepto

Advenimiento de una sociedad nueva, la sociedad sin órdenes. Sustitución del régimen absoluto por un gobierno liberal a través de cambios, por lo general bruscos, desarrollados en un breve período de tiempo.

Ejemplos:
La revolución inglesa en el siglo XVII, 1640-1688
La revolución americana, 1775-1781
La revolución francesa, 1789-1799

2)Antecedentes
Crisis del Antiguo Régimen

a)Crisis de la estructura económico-social. Supervivencia feudal en contradicción con el ascenso de la burguesía y su importancia creciente.

b)Presión demográfica, desocupación, desequilibrios sociales.

c)Coyuntura económica desfavorable: alzas de precios en América del Norte. Escasez en Europa

d)Fuerte presión fiscal –aumento de impuestos-

e)Crisis de las instituciones políticas. Influencia de las Nuevas Ideas. Acción de los cuerpos aristocráticos para conservar los privilegios.

Inglaterra

“El público, que reprobaba la ambición de los jueces, los letrados, secretarios y demás burócratas, se indignaba cuando las asignaciones iban directamente a las bolsas de cortesanos que no ejercían ninguna función social. Dicha indignación subía de punto entre los productores y comerciantes, que poseían viva conciencia de que era un derroche gravitante, a fin de cuentas, sobre su esfuerzo. La línea fronteriza entre los beneficios de la corona y el resto del pueblo inglés colocaba de un lado a la mayor parte de la aristocracia, y de otro al grueso de la gentry, que constituía el armazón del país y cuyas reivindicaciones eran bastante complejas. Particularmente, sus miembros protestaban de la agobiante fiscalidad, que, sin embargo, era poco gravosa en lo tocante a las rentas sustanciales, pero, como suele suceder en los conflictos sociales, la carga objetiva tenía por sí misma menos importancia que el deseo de un rígido control por parte de la corona, hasta el extremo de que cuando, en la decisiva década de 1630, el acaudalado Hampden entabló el célebre recurso por 31 chelines del impuesto decretado por Carlos I, su actitud debe verse ante todo a la luz de un enfrentamiento político con el monarca”
Pierre Jeannin: “El noreste y el norte de Europa en los siglos XVII y XVIII”

Acta de acusación contra Carlos I, rey de Inglaterra
"El dicho Carlos Estuardo, elevado al trono de Inglaterra, había sido en consecuencia revestido de un poder limitado para gobernar por y según las leyes del país y no de otra manera, y estaba obligado por su misión, su juramento y su cargo a emplear el poder que le había sido confiado en beneficio y provecho del pueblo y para la conservación de sus derechos y libertades; sin embargo, con la intención perversa de elegir en su persona un poder ilimitado o tiránico que le pusiera en estado de gobernar conforme a su voluntad y destruir los hechos y libertades del pueblo, revocando y anulando todas sus bases, de privar al pueblo de los medios de recuperarse y de los remedios que contra los malos gobiernos que aseguraban las constituciones fundamentales del terreno y las garantías previstas en su favor en el derecho y el poder del parlamentos sucesivos o de asambleas nacionales reunidas en consejo, el citado Carlos Estuardo, para cumplir sus propósitos y para mantenerse, tanto él como sus adictos, en las prácticas culpables a las que se entregaban con esta intención, han tomado las armas traidora y maliciosamente contra el presente Parlamento y contra el pueblo por él representado
Esta guerra cruel y desnaturalizada, comenzada, continuada y renovada, como ya se ha dicho, por el citado Carlos Estuardo, ha sido causa de la efusión de sangre inocente de muchos hombres libres de esta nación y de la ruina de muchas familias; agotado el tesoro público, entorpecido y arruinado miserablemente el comercio; ha ocasionado la nación perjuicios y gastos enormes; ha devastado varias zonas del país. Estos designios perversos, guerras y prácticas perniciosas del mencionado Carlos Estuardo advenir y tienen por objeto sostener el interés personal de su voluntad, de su poder y una pretendida prerrogativa atribuida a él y a su familia en perjuicio del interés público, de los derechos, de la libertad del pueblo, de la justicia y de la tranquilidad de la nación de la cual había recibido sus poderes, como ya hemos dicho”

Las colonias inglesas en América del Norte

Restricciones al desarrollo económico de las colonias:
“Un colono no puede fabricar un botón, una herradura, ni un clavo de herradura sin que algún herrero o algún respetable fabricante de botones de Inglaterra no proteste y grite que su honor ha sido tremendamente agraviado, que ha sido injuriado, estafado y despojado por los vicios republicanos de Norteamérica”
Diario de Boston de 1765
Oposición a las actividades manufactureras
“Todas estas colonias, que no son más que pequeñas ramas del árbol principal(Inglaterra) deberían ser mantenidos en absoluta sujeción y subordinación a Inglaterra; y eso nunca podrá ser si se le permite que sus habitantes sigan teniendo la idea de que son iguales a los ingleses, de manera que puedan establecer aquí la misma manufacturas que la gente de Inglaterra; pues las consecuencias serán que en cuanto vean que sin auxilio de Inglaterra pueden vestirse no sólo con ropas cómodas, sino también elegantes, aquellos que ni siquiera ahora está muy inclinadas a someterse al gobierno pensarían inmediatamente en poner en ejecución proyectos que hace largo tiempo cobijan en su pecho. Esto no os parecería extraño si considera y qué clase de gente habita esta comarca”.
Carta del gobernador de Nueva York a la Junta de Comercio de Inglaterra, 1705.

Declaración de independencia de los Estados Unidos de América:
"La historia del actual rey de Gran Bretaña es una serie de injusticias y de usurpaciones, teniendo todas directamente por objeto el establecimiento de una tiranía absoluta sobre estos Estados. Para probarlo, es suficiente con someter los hechos al juicio de mundo imparcial… No hemos dejado de dirigirnos hacia nuestros hermanos de Gran Bretaña. Les hemos advertido, en todas las ocasiones, de las tentativas que hacía su Parlamento para extender sobre nosotros una jurisdicción injustificable. Hemos recordado a su memoria las circunstancias de nuestra inmigración y de nuestro establecimiento en estas tierras. Hemos apelado a su justicia, a su grandeza de alma, y le hemos conjurado, por los lazos de nuestras relaciones y nuestros cambios. Ellos también han si han sido sordos a la voz de la justicia y la consanguinidad…”
Declaración de Independencia de los Estados Unidos de América


Francia


La condición de la población rural:
"92 hogares componen nuestra parroquia, que no tiene más de dos leguas de circunferencia; 700 personas de todo sexo y edad; he aquí, más o menos, el número de sus habitantes, que están todos agregados a la tierra. Situados a siete leguas de distancia del río, alejados de las grandes rutas y de la ciudad en más de tres leguas, no pudiendo tener comunicaciones más que a través de caminos impracticables, nada puede excitar su industria, ni pueden iniciar ninguna empresa lucrativa… Privados por la escasez de forraje de las ventajas que reportan el mantenimiento de animales, su único cuidado es el sacar el mejor partido posible del suelo que los ha visto nacer ¡y qué suelo! un terreno pedregoso, estéril, incapaz incluso de producir sin cultivo la hierba más simple. 16 labradores, si así se puede llamar a ocho o nueve de ellos que tienen a dos débiles caballos, aran todo el año con esfuerzo y riegan con su sudor una tierra ingrata, a la cual no pueden dar el abono necesario y cuyo producto anual ordinario es todo lo más de tres por uno.
Y es, sin embargo, de este débil y único producto, una parte del cual debe necesariamente volver a la tierra, de donde el cultivador está obligado a redimir todos sus censos, a mantenerse, alimentar a su familia. Pero, ¿cómo saldará sus censos y atenderá a este mantenimiento si sus cosechas son menos abundantes, si es frustrado en sus esperanzas, si un incendio, una crecida le lleva el fruto de sus trabajos?... Pero si la condición de labradores es tan dolorosa que capaz de excitar la compasión del soberano, cuanto más penosa era el jornalero, para el que cada día de lluvia es un día de hambre, que doblado sobre la tierra desde el amanecer hasta la puesta del sol no puede arrancar de su seno más que el trozo de pan negro que le sostiene hasta el día siguiente, en que está obligada volver a empezar su trabajo si quiere obtener el mismo salario (…) El menor retraso repugna a la insaciable avidez de los empleados, siempre activos … Hace falta el dinero, gritan para cancelar la deuda del Estado. ¡Ah! para descargar al Estado todo francés daría hasta la última gota de su sangre pero, ¿daría el dinero que no tiene?
Cuaderno de quejas de Bourgues

Materiales 6 to. LA REVOLUCIÓN MUNDIAL

Después de la revolución francesa ha tenido lugar en Europa una revolución rusa, que una vez más ha enseñado al mundo que incluso los invasores más fuertes pueden ser rechazados cuando el destino de la patria está verdaderamente en manos de los pobres, los humildes, los proletarios y el pueblo trabajador. Del periódico mural de la / 9 Brigata Ensebio Giambone de los partisanos italianos, Í944 (Pavone, 1991, p. 406)


La revolución fue hija de la guerra del siglo xx: de manera particular, la revolución rusa de 1917 que dio origen a la Unión Soviética. La guerra por sí sola no desencadena inevitablemente la crisis, la ruptura y la revolución en los países en conflicto. Sin embargo, el peso de la guerra total del siglo xx sobre los estados y las poblaciones involucrados en ella –especialmente para los vencidos- fue tan abrumador que los llevó al borde del abismo. Sólo Estados Unidos salió de las guerras mundiales intactas y hasta más fuertes. En todos los demás países el fin de los conflictos desencadenó agitación.
En 1918, los cuatro gobernantes de los países derrotados (Alemania, Austria-Hungría, Turquía y Bulgaria) perdieron el trono, además del zar de Rusia, que ya había sido derrocado en 1917, después de ser derrotado por Alemania. Por otra parte, los disturbios sociales, que en Italia alcanzaron una dimensión casi revolucionaria, también sacudieron a los países beligerantes europeos del bando vencedor.
Parecía que sólo hacía falta una señal para que los pueblos se levantaran a sustituir el capitalismo por el socialismo, transformando los sufrimientos sin sentido de la guerra mundial en un acontecimiento de carácter más positivo. Fue la revolución rusa —o, más exactamente, la revolución bolchevique— de octubre de 1917 la que lanzó esa señal al mundo, convirtiéndose así en un acontecimiento tan crucial para la historia de este siglo como lo fuera la revolución francesa de 1789 para el devenir del siglo xix.
La revolución de octubre originó el movimiento revolucionario de mayor alcance que ha conocido la historia moderna. Su expansión mundial no tiene parangón desde las conquistas del islam en su primer siglo de existencia. Sólo treinta o cuarenta años después de que Lenin llegara a la estación de Finlandia en Petrogrado, un tercio de la humanidad vivía bajo regímenes que derivaban directamente de «los diez días que estremecieron el mundo» (Reed, 1919) y del modelo organizativo de Lenin, el Partido Comunista. La mayor parte de esos regímenes se ajustaron al modelo de la URSS en la segunda oleada revolucionaria que siguió a la conclusión de la segunda fase de la larga guerra mundial de 1914-1945.

Durante una gran parte del siglo xx, el comunismo soviético pretendió ser un sistema alternativo y superior al capitalismo, destinado por la historia a superarlo. Y durante una gran parte del período, incluso muchos de quienes negaban esa superioridad albergaron serios temores de que resultara vencedor. En efecto, la revolución de octubre se veía a sí misma, más incluso que la revolución francesa en su fase jacobina, como un acontecimiento de índole ecuménica –universal- más que nacional. Su finalidad no era instaurar la libertad y el socialismo en Rusia, sino llevar a cabo la revolución proletaria mundial. A los ojos de Lenin y de sus camaradas, la victoria del bolchevismo en Rusia era ante todo una batalla en la campaña que garantizaría su triunfo a escala universal, y esa era su auténtica justificación.

Cualquier observador atento del escenario mundial comprendía desde 1870 que la Rusia zarista estaba madura para la revolución, que la merecía y que una revolución podía derrocar al zarismo. Y desde que en 1905-1906 la revolución pusiera de rodillas al zarismo, nadie dudaba ya de ello. De hecho, apenas se había recuperado el régimen zarista de la revolución de 1905 cuando, indeciso e incompetente como siempre, se encontró una vez más acosado por una oleada creciente de descontento social. Durante los meses anteriores al comienzo de la guerra, el país parecía una vez más al borde de un estallido, sólo conjurado por la sólida lealtad del ejército, la policía y la burocracia. Como en muchos de los países beligerantes, el entusiasmo y el patriotismo que embargaron a la población tras el inicio de la guerra enmascararon la situación política, aunque en el caso de Rusia no por mucho tiempo. En 1915, los problemas del gobierno del zar parecían de nuevo insuperables.
La revolución de febrero de 1917 – primera etapa-, que derrocó a la monarquía rusa, fue un acontecimiento esperado, recibido con júbilo por toda la opinión política occidental, si se exceptúan los más furibundos reaccionarios tradicionalistas. Pero también daba todo el mundo por sentado que la revolución rusa no podía ser, y no sería, socialista. No se daban las condiciones para una transformación de esas características en un país agrario marcado por la pobreza, la ignorancia y el atraso y donde el proletariado industrial, que Marx veía como el enterrador predestinado del capitalismo, sólo era una minoría minúscula, aunque gozara de una posición estratégica. El derrocamiento del zarismo y del sistema feudal sólo podía desembocar en una «revolución burguesa». La lucha de clases entre la burguesía y el proletariado (que, según Marx, sólo podía tener un resultado) continuaría, pues, bajo nuevas condiciones políticas. Al final de la primera guerra mundial parecía que eso era precisamente lo que iba a ocurrir.
Sólo existía una complicación. Si Rusia no estaba preparada para la revolución socialista proletaria que preconizaba el marxismo, tampoco lo estaba para la «revolución burguesa» liberal. Parecían existir dos posibilidades: o se implantaba en Rusia un régimen burgués-liberal con el levantamiento de los campesinos y los obreros bajo la dirección de unos partidos revolucionarios que aspiraban a conseguir algo más, o —y esta segunda hipótesis parecía más probable— las fuerzas revolucionarias iban más allá de la fase burguesa-liberal hacia una «revolución permanente» más radical. En 1917, Lenin, que en 1905 sólo pensaba en una Rusia democrático-burguesa, llegó desde el principio a una conclusión realista: no era el momento para una revolución liberal. Sin embargo, veía también, como todos los demás marxistas, rusos y no rusos, que en Rusia no se daban las condiciones para la revolución socialista. Los marxistas revolucionarios rusos consideraban que su revolución tenía que difundirse hacia otros lugares.

A pesar de todo, las sociedades de la Europa en guerra comenzaron a tambalearse bajo la presión extraordinaria de la guerra en masa. La exaltación inicial del patriotismo se había apagado y en 1916 el cansancio de la guerra comenzaba a dejar paso a una intensa y callada hostilidad ante una matanza aparentemente interminable e inútil a la que nadie parecía estar dispuesto a poner fin. El sentimiento antibelicista reforzó la influencia política de los socialistas, que volvieron a encarnar progresivamente la oposición a la guerra que había caracterizado sus movimientos antes de 1914. No ha de sorprender tampoco que, especialmente después de que la revolución de octubre instalara a los bolcheviques de Lenin en el poder, se mezclaran los deseos de paz y revolución social.

Rusia, madura para la revolución social, cansada de la guerra y al borde de la derrota, fue el primero de los regímenes de Europa central y oriental que se hundió bajo el peso de la primera guerra mundial. La explosión se esperaba, aunque nadie pudiera predecir en qué momento se produciría. Pocas semanas antes de la revolución de febrero, Lenin se preguntaba todavía desde su exilio en Suiza si viviría para verla. De hecho, el régimen zarista sucumbió cuando a una manifestación de mujeres trabajadoras (el 8 de marzo, «día de la mujer», que celebraba habitualmente el movimiento socialista) se sumó el cierre industrial en la fábrica metalúrgica Putilov, cuyos trabajadores destacaban por su militancia, para desencadenar una huelga general y la invasión del centro de la capital, cruzando el río helado, con el objetivo fundamental de pedir pan. La fragilidad del régimen quedó de manifiesto cuando las tropas del zar, incluso los siempre leales cosacos, dudaron primero y luego se negaron a atacar a la multitud y comenzaron a fraternizar con ella. Cuando se amotinaron, después de cuatro días caóticos, el zar abdicó, siendo sustituido por un «gobierno provisional» que gozó de la simpatía e incluso de la ayuda de los aliados occidentales de Rusia, temerosos de que su situación desesperada pudiera inducir al régimen zarista a retirarse de la guerra y a firmar una paz por separado con Alemania. Cuatro días de anarquía y de manifestaciones espontáneas en las calles bastaron para acabar con un imperio.

Por consiguiente, lo que sobrevino no fue una Rusia liberal y constitucional occidentalizada y decidida a combatir a los alemanes, sino un vacío revolucionario: un impotente «gobierno provisional» por un lado y, por el otro, una multitud de «consejos» populares (soviets) que surgían espontáneamente en todas partes. Los soviets tenían el poder (o al menos el poder de veto) en la vida local, pero no sabían qué hacer con él ni qué era lo que se podía o se debía hacer. Los diferentes partidos y organizaciones revolucionarios —bolcheviques y mencheviques socialdemócratas, social revolucionario y muchos otros grupos menores de la izquierda, que emergieron de la clandestinidad— intentaron integrarse en esas asambleas para coordinarlas y conseguir que se adhirieran a su política, aunque en un principio sólo Lenin las consideraba como una alternativa al gobierno («todo el poder para los soviets»).
A pesar de los diferentes programas de los partidos revolucionarios la exigencia básica de la población más pobre de los núcleos urbanos era conseguir pan, y la de los obreros, obtener mayores salarios y un horario de trabajo más reducido. Y en cuanto al 80 por 100 de la población rusa que vivía de la agricultura, lo que quería era, como siempre, la tierra. Todos compartían el deseo de que concluyera la guerra. El lema «pan, paz y tierra» suscitó cada vez más apoyo para quienes lo propugnaban, especialmente para los bolcheviques de Lenin, cuyo número pasó de unos pocos miles en marzo de 1917 a casi 250.000 al inicio del verano de ese mismo año. La gran cualidad de Lenin y los bolcheviques fue el conocimiento de lo que querían las masas, lo que les indicaba cómo tenían que proceder. En cambio, el gobierno provisional y sus seguidores fracasaron al no reconocer su incapacidad para conseguir que Rusia obedeciera sus leyes y decretos.
El afianzamiento de los bolcheviques —que en ese momento constituía esencialmente un partido obrero— en las principales ciudades rusas, especialmente en la capital, Petrogrado, y en Moscú, y su rápida implantación en el ejército, entrañó el debilitamiento del gobierno provisional. El sector más radicalizado de sus seguidores impulsó entonces a los bolcheviques a la toma del poder. En realidad, llegado el momento, no fue necesario tomar el poder, sino simplemente “ocuparlo” en octubre de 1917. El gobierno provisional, al que ya nadie defendía, se disolvió como burbuja en el aire.

El nuevo régimen se mantuvo. Sobrevivió a una dura paz impuesta por Alemania en Brest-Litovsk, unos meses antes de que los propios alemanes fueran derrotados, y que supuso la pérdida de Polonia, las provincias del Báltico, Ucrania y extensos territorios del sur y el oeste de Rusia. Por su parte, diversos ejércitos y regímenes contrarrevolucionarios («blancos») se levantaron contra los soviets, financiados por los aliados, que enviaron a suelo ruso tropas británicas, francesas, norteamericanas, japonesas, polacas, serbias, griegas y rumanas. En los peores momentos de la brutal y caótica guerra civil de 1918-1920, la Rusia soviética quedó reducida a un núcleo cercado de territorios en el norte y el centro, entre la región de los Urales y los actuales estados del Báltico, además del pequeño apéndice de Leningrado, que apunta al golfo de Finlandia. Así pues, y contra lo esperado, la Rusia soviética sobrevivió. Los bolcheviques extendieron su poder y lo conservaron a lo largo de varios años de continuas crisis y catástrofes: la conquista de los alemanes y la dura paz que les impusieron, las secesiones regionales, la contrarrevolución, la guerra civil, la intervención armada extranjera, el hambre y el hundimiento económico.

La primera reacción occidental ante el llamamiento de los bolcheviques a los pueblos para que hicieran la
paz —así como su publicación de los tratados secretos en los que los aliados habían decidido el destino de Europa— fue la elaboración de los catorce puntos del presidente Wilson, en los que se jugaba la carta del nacionalismo contra el llamamiento internacionalista de Lenin. Se iba a crear una zona de pequeños estados nacionales para que sirvieran a modo de cordón sanitario contra el virus rojo – revolución bolchevique-

La revolución mundial que justificaba la decisión de Lenin de implantar en Rusia el socialismo no se produjo y ese hecho condenó a la Rusia soviética a sufrir, durante una generación, los efectos de un aislamiento que acentuó su pobreza y su atraso. Las opciones de su futuro desarrollo quedaban así determinadas, o al menos fuertemente condicionadas. Sin embargo, una oleada revolucionaria barrió el planeta en los dos años siguientes a la revolución de octubre y las esperanzas de los bolcheviques, prestos para la batalla, no parecían irreales. En todos los lugares donde existían movimientos obreros y socialistas se produjeron movilizaciones, incluso más allá. Hasta los trabajadores de las plantaciones de tabaco de Cuba, muy pocos de los cuales sabían dónde estaba Rusia, formaron «soviets». En España, al período 1917- 1919 se le dio el nombre de «bienio bolchevique», aunque la izquierda española era profundamente anarquista, que es como decir que se hallaba en las antípodas políticas de Lenin. Sendos movimientos estudiantiles revolucionarios estallaron en Pekín (Beijing) en 1919 y en Córdoba (Argentina) en 1918, y desde este último lugar se difundieron por América Latina generando líderes y partidos marxistas revolucionarios locales. En los Estados Unidos, los finlandeses, que durante mucho tiempo fueron la comunidad de inmigrantes más intensamente socialista, se convirtieron en masa al comunismo, multiplicándose en los inhóspitos asentamientos mineros de Minnesota las reuniones «donde la simple mención del nombre de Lenin hacía palpitar el corazón... En medio de un silencio místico, casi en un éxtasis religioso, admirábamos todo lo que procedía de Rusia».
Mientras tanto, en Alemania los marineros revolucionarios pasearon el estandarte de los soviets de un extremo al otro, donde la ejecutiva de un soviet de obreros y soldados de Berlín nombró un gobierno socialista de Alemania, donde pareció que coincidirían las revoluciones de febrero y octubre, cuando la abdicación del emperador dejó en manos de los socialistas radicales el control de la capital. Pero fue tan sólo una ilusión, que hizo posible la parálisis total, aunque momentánea, del ejército, el estado y la estructura de poder bajo el doble impacto de la derrota total y de la revolución. Al cabo de unos días, el viejo régimen estaba de nuevo en el poder, en forma de república, y no volvería a ser amenazado seriamente por los socialistas, que ni siquiera consiguieron la mayoría en las primeras elecciones, aunque se celebraron pocas semanas después de la revolución. Menor aún fue la amenaza del Partido Comunista recién creado, cuyos líderes, Karl Liebknecht y Rosa Luxemburg, fueron asesinados por pistoleros a sueldo del ejército. En Hungría, también estalló, en el mismo año, un movimiento revolucionario dirigido por comunistas y socialistas. Se llego a formar un gobierno de los soviets, pero la intervención de Francia y Rumania puso fin a esta experiencia.
Aunque el año 1919, el de mayor inquietud social en Occidente, contempló el fracaso de los únicos intentos de propagar la revolución bolchevique, y a pesar de que en 1920 se inició un rápido reflujo de la marea revolucionaria, los líderes bolcheviques de Moscú no abandonaron, hasta bien entrado 1923, la esperanza de ver una revolución en Alemania y en el frente Occidental.
Con la llegada de Stalin en el poder -1924- se estableció la disyuntiva entre la URSS, como un estado que necesitaba coexistir con otros estados —comenzó a obtener reconocimiento internacional como régimen político a partir de 1920—, o el movimiento comunista, cuya finalidad era la subversión y el derrocamiento de todos los demás gobiernos.
En último extremo, prevalecieron los intereses de estado de la Unión Soviética sobre los afanes de revolución mundial de la Internacional Comunista, a la que Stalin redujo a la condición de un instrumento al servicio de la política del estado soviético bajo el estricto control del Partido Comunista soviético, purgando, disolviendo y transformando sus componentes según su voluntad. La revolución mundial pertenecía a la retórica del pasado. En realidad, cualquier revolución era tolerable con tal de que no fuera en contra de los intereses del estado soviético y de que éste pudiera controlarla.
De este modo, en la URSS se sabía desde hacía mucho tiempo que la transformación de la humanidad no sobrevendría gracias a una revolución mundial inspirada por Moscú. Durante los largos años de ocaso de la era Brezhnev se desvaneció incluso la sincera convicción de Nikita Kruschev de que el socialismo «enterraría» al capitalismo en razón de su superioridad económica. Pero esas dudas no asaltaban a la primera generación de aquellos a los que la brillante luz de la revolución de octubre inspiró a dedicar sus vidas a la revolución mundial.
En suma, la revolución de octubre fue reconocida universalmente como un acontecimiento que conmovió al mundo. Las repercusiones indirectas de la era de insurrecciones posterior a 1917 han sido tan profundas como sus consecuencias directas.

Historia del siglo XX. Eric Hobsbawm

Materiales 6to Ficha 1. Primera guerra mundial

Ficha Nº 1

VISTA PANORÁMICA DEL SIGLO XX
(1914-1945)

William Golding (premio Nobel, escritor, Gran Bretaña): «No puedo dejar de pensar que ha sido el siglo más violento en la historia humana».

Yehudi Menuhin (músico, Gran Bretaña): «Si tuviera que resumir el siglo xx, diría que despertó las mayores esperanzas que haya concebido nunca la humanidad y destruyó todas las ilusiones e ideales».

Rita Levi Montalcini (premio Nobel, científica, Italia): «Pese a todo, en este siglo se han registrado revoluciones positivas... la aparición del cuarto estado –sufragio universal- y la promoción de la mujer tras varios siglos de represión».

Severo Ochoa (premio Nobel, científico, España): «El rasgo esencial es el progreso de la ciencia, que ha sido realmente extraordinario... Esto es lo que caracteriza a nuestro siglo».

Leo Valiani (historiador, Italia): «Nuestro siglo demuestra que el triunfo de los ideales de la justicia y la igualdad siempre es efímero, pero también que, si conseguimos preservar la libertad, siempre es posible comenzar de nuevo ... Es necesario conservar la esperanza incluso en las situaciones más desesperadas».

“La primera guerra mundial marcó el derrumbe de la civilización (occidental) del siglo XIX. Esa civilización era capitalista desde el punto de vista económico, liberal en su estructura jurídica y constitucional, burguesa por la imagen de su clase hegemónica característica y brillante por los adelantos alcanzados en el ámbito de la ciencia, el conocimiento y la educación, así como del progreso material y moral. Además, estaba profundamente convencida de la posición central de Europa, cuna de las revoluciones científica, artística, política e industrial, cuya economía había extendido su influencia sobre una gran parte del mundo, que sus ejércitos habían conquistado y subyugado, cuya población había crecido hasta constituir una tercera parte de la raza humana (incluida la poderosa y creciente corriente de emigrantes europeos y sus descendientes), y cuyos principales estados constituían el sistema de la política mundial.

Los decenios transcurridos desde el comienzo de la primera guerra mundial hasta la conclusión de la segunda –guerra mundial- fueron una época de catástrofes para esta sociedad, que durante cuarenta años sufrió una serie de desastres sucesivos. Sus cimientos fueron quebrantados por dos guerras mundiales, a las que siguieron dos oleadas de rebelión y revolución generalizadas, que situaron en el poder a un sistema – el comunista- que reclamaba ser la alternativa, predestinada históricamente, a la sociedad burguesa y capitalista, primero en una sexta parte de la superficie del mundo y, tras la segunda guerra mundial, abarcaba a más de una tercera parte de la población del planeta. Los grandes imperios coloniales que se habían formado antes y durante la era del imperio se derrumbaron y quedaron reducidos a cenizas. La historia del imperialismo moderno, tan firme y tan seguro de sí mismo a la muerte de la reina Victoria de Gran Bretaña -1901-, no había durado más que el lapso de una vida humana. Pero no fueron esos los únicos males. En efecto, se desencadenó una crisis económica mundial –crisis del 29- de una profundidad sin precedentes que sacudió incluso los cimientos de las más sólidas economías capitalistas y que pareció que podría poner fin a la economía mundial global, cuya creación había sido un logro del capitalismo liberal del siglo XIX. Incluso los Estados Unidos, que no habían sido afectados por la guerra y la revolución, parecían al borde del colapso. Mientras la economía se tambaleaba, las instituciones de la democracia liberal desaparecieron prácticamente entre 1917 y 1942, excepto en una pequeña franja de Europa y en algunas partes de América del Norte y de Australasia, como consecuencia del avance del fascismo y de sus movimientos y regímenes autoritarios satélites. Sólo la alianza —insólita y temporal— del capitalismo liberal y el comunismo para hacer frente a ese desafío permitió salvar la democracia. Desde una multiplicidad de puntos de vista, este período de alianza entre el capitalismo y el comunismo contra el fascismo —fundamentalmente las décadas de 1930 y 1940— es el momento decisivo en la historia del siglo XX. En muchos sentidos es un proceso paradójico, pues durante la mayor parte del siglo —excepto en el breve período de antifascismo— las relaciones entre el capitalismo y el comunismo se caracterizaron por un antagonismo irreconciliable.

Primera guerra mundial
(1914-1918)

«Las lámparas se apagan en toda Europa —dijo Edward Grey, ministro de Asuntos Exteriores de Gran Bretaña, mientras contemplaba las luces de Whitehall durante la noche en que Gran Bretaña y Alemania entraron en guerra en 1914—. No volveremos a verlas encendidas antes de morir.»

Entre 1871 y 1914 no hubo ningún conflicto en Europa en el que los ejércitos de las grandes potencias atravesaran una frontera enemiga, aunque en el Extremo Oriente Japón se enfrentó con Rusia, a la que venció, en 1904-1905, en una guerra que aceleró el estallido de la revolución rusa. Anteriormente, nunca se había producido una guerra mundial. Todo cambió en 1914. En la primera guerra mundial participaron todas las grandes potencias –Gran Bretaña, Francia, Rusia, Alemania, Italia, Austria-Hungría- y todos los estados europeos excepto España, los Países Bajos, los tres países escandinavos y Suiza. Además, diversos países de ultramar enviaron tropas, en muchos casos por primera vez, a luchar fuera de su región. Así, los canadienses lucharon en Francia, los australianos y neozelandeses forjaron su conciencia nacional en una península del Egeo. y, lo que es aún más importante, los Estados Unidos desatendieron la advertencia de George Washington de no dejarse involucrar en «los problemas europeos» y trasladaron sus ejércitos a Europa, condicionando con esa decisión la trayectoria histórica del siglo XX.
Comenzó como una guerra esencialmente europea entre la Triple Alianza, constituida por Francia, Gran Bretaña y Rusia, y las llamadas «potencias centrales» (Alemania y Austria-Hungría). Serbia y Bélgica se incorporaron inmediatamente al conflicto como consecuencia del ataque austríaco contra la primera (que, de hecho, desencadenó el inicio de las hostilidades) y del ataque alemán contra la segunda (que era parte de la estrategia de guerra alemana). Turquía y Bulgaria se alinearon poco después junto a las potencias centrales, mientras que en el otro bando la Triple Alianza dejó paso gradualmente a una gran coalición. Los Estados Unidos entraron en la guerra en 1917 y su intervención iba a resultar decisiva a favor de la triple Alianza.
La superioridad del ejército alemán como fuerza militar podía haber sido decisiva - alcanzó la victoria total en el este, sumergiendo a Rusia en una profunda crisis que la llevaría a la revolución de 1917 - si los aliados no hubieran podido contar a partir del mismo año con los recursos prácticamente ilimitados de los Estados Unidos.
Cuando los aliados comenzaron a avanzar en el verano de 1918, la conclusión de la guerra fue sólo cuestión de unas pocas semanas. Las potencias centrales no sólo admitieron la derrota sino que se derrumbaron.
¿Por qué, pues, las principales potencias de ambos bandos consideraron la primera guerra mundial como un conflicto en el que sólo se podía contemplar la victoria o la derrota total? La razón es que, a diferencia de otras guerras anteriores, impulsadas por motivos limitados y concretos, la primera guerra mundial perseguía objetivos ilimitados. En la era imperialista, se había producido la fusión de la política y la economía. La rivalidad política internacional se establecía en función del crecimiento y la competitividad de la economía, pero el rasgo característico era precisamente que no tenía límites. Era el todo o nada. En la década de 1900, cénit de la era imperial e imperialista, estaban todavía intactas tanto la aspiración alemana de convertirse en la primera potencia mundial («el espíritu alemán regenerará el mundo», se afirmaba) como la resistencia de Gran Bretaña y Francia, que seguían siendo, sin duda, «grandes potencias» en un mundo eurocéntrico. Era un objetivo absurdo y destructivo que arruinó tanto a los vencedores como a los vencidos. Precipitó a los países derrotados en la revolución y a los vencedores en la bancarrota y en el agotamiento material.

Las condiciones de la paz impuesta por las principales potencias vencedoras sobrevivientes (los Estados Unidos, Gran Bretaña, Francia e Italia) y que suele denominarse, de manera imprecisa, tratado de Versalles (1919), consideró necesario controlar a Alemania, que, después de todo, había estado a punto de derrotar con sus solas fuerzas a toda la coalición aliada. Por razones obvias esta era —y no ha dejado de serlo desde entonces— la principal preocupación de Francia. En segundo lugar, había que reestructurar el mapa de Europa, tanto para debilitar a Alemania como para llenar los grandes espacios vacíos que habían dejado en Europa y en el Próximo Oriente la derrota y el hundimiento simultáneo de los imperios ruso, austrohúngaro y turco. Los principales aspirantes a esa herencia, al menos en Europa, eran una serie de movimientos nacionalistas que los vencedores apoyaron siempre que fueran antibolcheviques. Finalmente, las potencias vencedoras trataron de conseguir una paz que hiciera imposible una nueva guerra como la que acababa de devastar el mundo y cuyas consecuencias estaban sufriendo. El fracaso que cosecharon fue realmente estrepitoso, pues veinte años más tarde el mundo estaba nuevamente en guerra.
A Alemania se le impuso una paz con muy duras condiciones, justificadas con el argumento de que era la única responsable de la guerra y de todas sus consecuencias (la cláusula de la «culpabilidad de la guerra»), con el fin de mantener a ese país en una situación de permanente debilidad. El procedimiento utilizado para conseguir ese objetivo no fue tanto el de las amputaciones territoriales sino otras medidas. En efecto, se impidió a Alemania poseer una flota importante, se le prohibió contar con una fuerza aérea y se redujo su ejército de tierra a sólo 100.000 hombres; se le impusieron unas «reparaciones» (resarcimiento de los costos de guerra en que habían incurrido los vencedores) teóricamente infinitas; se ocupó militarmente una parte de la zona occidental del país; y se le privó de todas las colonias de ultramar.
En cuanto al mecanismo para impedir una nueva guerra mundial, era evidente que el consorcio de «grandes potencias» europeas, que antes de 1914 se suponía que debía garantizar ese objetivo, se había deshecho por completo. La alternativa, que el presidente norteamericano Wilson instó a los reticentes políticos europeos a aceptar era instaurar una «Sociedad de Naciones» (es decir, de estados independientes) de alcance universal que solucionara los problemas pacífica y democráticamente mediante una negociación realizada de forma pública. La Sociedad de Naciones se constituyó, pues, como parte del tratado de paz y fue un fracaso casi total, excepto como institución que servía para recopilar estadísticas. Es cierto, no obstante, que al principio resolvió alguna controversia de escasa importancia que no constituía un grave peligro para la paz del mundo. Pero la negativa de los Estados Unidos a integrarse en la Sociedad de Naciones vació de contenido real a dicha institución en un mundo que ya no era eurocéntrico y eurodetermindado. En definitiva, ningún tratado que no contara con el apoyo de ese país, que se había convertido en una de las primeras potencias mundiales, podía ser viable.

Dos grandes potencias europeas, y mundiales, Alemania y la Unión Soviética, fueron eliminadas temporalmente del escenario internacional y además se les negó su existencia como protagonistas independientes. En cuanto uno de esos dos países volviera a aparecer en escena quedaría en precario un tratado de paz que sólo tenía el apoyo de Gran Bretaña y Francia, pues Italia también se sentía descontenta. Las pocas posibilidades de paz que existían fueron torpedeadas por la negativa de las potencias vencedoras a permitir la rehabilitación de los vencidos –Alemania y la ex Rusia zarista, ahora URSS-

¿Impulsó la guerra el crecimiento económico? Al menos en un aspecto hay que contestar negativamente. La pérdida de recursos productivos fue enorme, por no mencionar la disminución de la población activa. En cambio, las guerras repercutieron favorablemente en la economía de los Estados Unidos, que en los dos conflictos mundiales alcanzó un extraordinario índice de crecimiento, especialmente en la segunda guerra mundial, en que creció en torno al 10 por 100 anual, el ritmo más rápido de su historia. Durante las dos guerras mundiales, los Estados Unidos se beneficiaron de su alejamiento del escenario de la lucha, de su condición de principal arsenal de sus aliados y de la capacidad de su economía para organizar la expansión de la producción más eficazmente que ninguna otra. Probablemente, el efecto económico más perdurable de ambas guerras mundiales fue que otorgó a la economía estadounidense una situación de predominio mundial durante todo el siglo xx corto. En 1914 era ya la principal economía industrial, pero no era aún la economía dominante. Las dos guerras mundiales alteraron esa situación al fortalecer esa economía y debilitar, de forma relativa o absoluta, a sus competidores europeos. Su nueva posición de acreedor frente a Europa -alrededor de 10.000 millones de dólares - le garantizaba una influencia decisiva en los asuntos mundiales. Las tesis norteamericanas para la reestructuración de las relaciones internacionales se concretaron en los famosos "14 puntos " de W. Wilson (1918) y en toda una serie de demandas presentadas a lo largo de la década del veinte.
Aunque América Latina no participó directamente en la primera conflagración mundial, si experimento sus repercusiones, tanto en la esfera económica como en la política y social.
El reacomodo del sistema capitalista se tradujo aquí en la consolidación de la expansión y penetración norteamericana. Entre 1914 y 1915 las hostilidades en Europa trajeron consigo una súbita desarticulación del comercio exterior latinoamericano. En los primeros momentos se produjo una contracción de las exportaciones, las cuales no lograron retomar su ritmo expansivo sino a partir de 1915-1916. La coyuntura favoreció también un rápido incremento de los precios y, paralelamente, ciertas dificultades con los abastecimientos –importaciones- debido a la orientación bélica de la economía europea y los efectos de la guerra submarina decretada por Alemania. Este conjunto de factores determinó una reorientación del comercio exterior de América Latina, tanto por el auge de la demanda norteamericana de materias primas, que en muchos países aceleró el desplazamiento de los intereses británicos, como por la interrupción del tráfico con Alemania y la febril actividad intermediaria de los armadores de E.U., quienes se valían de su condición de neutrales - hasta 1917 - para comercializar los excedentes latinoamericanos.
Como un subproducto de la transitoria desvinculación entre los clientes sudamericanos y sus proveedores tradicionales, el incipiente proceso de industrialización recibió un apreciable impulso en algunos países. Esto no condujo, por cierto, al desarrollo de un sistema industrial por el capital nacional, sino más bien a la proliferación de pequeños talleres y manufacturas, y a la ampliación de fábricas muchas veces propiedad de empresarios extranjeros. Más importancia tuvo el avance del comercio y las inversiones norteamericanas, que se apresuraron a llenar el vacío dejado por sus rivales, directamente involucrados en el conflicto europeo. La incontenible expansión de los capitales norteamericanos reafirmó en el transcurso de la década del veinte su hegemonía disputada en la América Central y el antiguo Caribe español, e incorporó definitivamente a su zona de influencia a los países sudamericanos.


Ejercicios

• Averigua las múltiples causas que provocaron la Primera guerra mundial

• Análisis de texto:

Catorce Puntos de Wilson

"1. Acuerdos de paz negociados abiertamente (...) La diplomacia procederá siempre (...) públicamente.
2. Libertad absoluta de navegación sobre los mares (...)
3. Supresión, hasta donde sea posible, de todas las barreras económicas (...)
4. Suficientes garantías recíprocas de que los armamentos nacionales serán reducidos al límite compatible con la seguridad interior del país.
5. Libre ajuste (...) de todas las reivindicaciones coloniales (...)
6. Evacuación de todos los territorios rusos (...) dándose a Rusia la oportunidad para su desarrollo
7. Bélgica (...) deberá ser evacuada y restaurada.
8. Todo el territorio francés deberá ser liberado (...) El daño hecho a Francia en 1871, en lo que se refiere a Alsacia-Lorena (...), deberá ser reparado.
9. Deberá efectuarse un reajuste de las fronteras de Italia, siguiendo las líneas de las nacionalidades claramente reconocibles.
10. A los pueblos de Austria-Hungría (...) deberá serles permitido, con la mayor premura, la posibilidad de un desarrollo autónomo.
11. Rumania, Serbia y Montenegro deberán ser evacuados (...) A Serbia se le concederá libre acceso al mar; determinar las relaciones mutuas de los diferentes estados de los Balcanes mediante principios de amistad y de acuerdo con criterios históricos de alianza y nacionalidad; y se debe garantizar la independencia política y económica y la integridad territorial de los diversos estados balcánicos.
12. A los territorios turcos del actual Imperio otomano se les garantizará plenamente la soberanía (...), pero las otras nacionalidades que viven actualmente bajo el régimen de este Imperio deben (...) disfrutar de una total seguridad de existencia y de poderse desarrollar sin obstáculos.
13. Deberá constituirse un Estado polaco independiente, que comprenda los territorios incontestablemente habitados por polacos, los cuales deberán tener asegurado el acceso al mar (...)
14. Deberá crearse una Sociedad general de las Naciones en virtud de acuerdos formales, que tenga por objeto ofrecer garantías recíprocas de independencia política y territorial tanto a los pequeños como a los grandes estados."
Discurso del presidente Wilson al Congreso de EE.UU.
8 de Enero de 1918

1) ¿Cuáles son los criterios económicos que postula Wilson?
2) ¿Qué aspectos de los tratados de paz en Versalles no encontramos en la propuesta de Wilson?
3) ¿Qué aspectos de la propuesta de Wilson no fueron tomadas en cuenta de acuerdo al repartido en los tratados?
4) ¿Cuáles son los criterios para delimitar las fronteras?




Bibliografía

Síntesis de “Historia del siglo XX” de Eric Hobsbawm

Materiales 5to y 6to. REGLAMENTO DE EVALUACIÓN Y PASAJE DE GRADO.

CAPITULO IX
DE LAS INASISTENCIAS A CLASES E INHIBICIONES

Artículo 28
Los estudiantes reglamentados de 1º de Bachillerato tienen la obligación de asistir a todas las
clases de todas las asignaturas, excepto a aquellas que ya tuvieran aprobadas mediante
promoción, exámenes reglamentados o libres y/o reválidas y en las que hubieran sido
exonerados por Artículos 31 y 33. La inasistencia a una clase determinará el cómputo de una
falta, no acumulándose las que correspondan a un mismo día.
Los estudiantes que recursan, asisten y registran asistencia por asignatura.
En todos los casos de inscripción por asignatura, para lograr la promoción no se podrá
superar 1/6 de las inasistencias fictas. Esa fracción se determinará en base al total de
clases teóricas y prácticas que debieron dictarse en cada asignatura.

Artículo 29
En 2º y 3º de Bachillerato, la inasistencia a una hora de clase determinará, únicamente, el
cómputo de una falta en esa asignatura. El estudiante que supere el límite de
inasistencias establecido en los Artículos 28 y 51 deberá rendir los exámenes en carácter
libre. En este caso, perderá la categoría que le hubiere correspondido.


CAPÍTULO X
NORMAS DE EVALUACIÓN APLICABLES A LOS ESTUDIANTES REGLAMENTADOS

Artículo 41
La evaluación se realizará de acuerdo con los objetivos previstos en cada asignatura y actividad,
en forma sistemática y permanente, en base a tareas, actividades y ejercitaciones orales,
escritas y de creación, trabajos de investigación, pruebas de laboratorio, así como trabajos de
equipo y domiciliarios, sin perjuicio de las evaluaciones con carácter general que la Autoridad
pueda establecer.
Las Evaluaciones Especiales podrán realizarse a través de ensayos, informes, monografías,
investigaciones y otras modalidades que permitan la incorporación de diversas técnicas e
instrumentos de trabajo, contemplando enfoques transversales.

Artículo 46
Las evaluaciones especiales, de carácter obligatorio, deberán realizarse en el período
de 30 días comprendido entre los quince días previos a las vacaciones de julio y los
quince días posteriores a ellas, fijándose las mismas en forma flexible y
contextualizada por cada Liceo. La segunda instancia de evaluaciones especiales
tendrá lugar en los quince días previos a la finalización de los cursos.

Artículo 48
La actuación del estudiante durante el curso se calificará según la escala de 1 a 12, en la
cual los niveles 1, 2, 3, 4 y 5 denotan diversos grados de insuficiencia.
Según el criterio de gradualidad en la exigencia académica, los valores mínimos de la
promoción serán:
· 6 o superior para 1er. año y para asignaturas del Núcleo
Común de 2° y 3°
· 7 o superior para asignaturas específicas de 2° año, y
· 8 o superior para asignaturas específicas de 3° año.
Para las instancias de exámenes, en los tres cursos de Bachillerato, la calificación 5
marcará la suficiencia mínima para la aprobación.No serán aprobados los exámenes que
consten de dos pruebas cuando una de ellas tenga calificación 1 o 2.

Artículo 49
La calificación final en cada asignatura será el resultado de todo el proceso de aprendizaje
desarrollado por el estudiante durante el curso.
Las calificaciones de las Evaluaciones Especiales se integrarán a la evaluación del
proceso.

CAPÍTULO XI
NORMAS PARA EL PASAJE DE GRADO

Artículo 50
Al finalizar los cursos y evaluada la actuación de los alumnos en cada asignatura, se
determinarán las siguientes categorías:

ASIGNATURAS de 1º de BACHILLERATO y ASIGNATURAS de NÚCLEO COMÚN DE 2º y 3º
A- Calificación final 6 o superior, promoción
B- Calificación final 5.
C- Calificación final 3 o 4 .
D- Calificación final 1 o 2.

ASIGNATURAS ESPECÍFICAS de 2º de BACHILLERATO
A- Calificación final de promoción: 7 o superior,
B- Calificación final 6.
C- Calificación final 3, 4 y 5.
D- Calificación final 1 o 2.

ASIGNATURAS ESPECÍFICAS de 3º de BACHILLERATO
A- Calificación final de promoción: 8 o superior
B- Calificación final 7.
C- Calificación final 4, 5 y 6.
D- Calificación final 1, 2 y 3

La categoría A habilita a la promoción.
La categoría B habilita a examen de una prueba complementaria a partir del período
noviembre-diciembre. (Artículo 58).
La categoría C habilita a examen de dos pruebas a partir del período noviembrediciembre.
La categoría D habilita a examen de dos pruebas a partir del período de febrero.
La reglamentación se mantiene hasta el fin del año lectivo siguiente - período febrero
(Circular 2845). Posteriormente el examen pasará a carácter libre.

Artículo 51
En 1º de Bachillerato serán promovidos en el curso en la Tercera Reunión de Profesores
los estudiantes que se encuentran en alguna de las siguientes situaciones:

En 2º y 3º serán promovidos en cada asignatura en la Segunda Reunión de Profesores los
estudiantes cuyas inasistencias fictas no superen 1/6 de las clases teóricas ni de las clases
prácticas y hayan obtenido Categoría A - calificación final de aprobación .

CAPITULO XII
DE LOS EXÁMENES REGLAMENTADOS

Articulo 57
Los exámenes reglamentados deberán ser rendidos en el centro educativo al que asisten los estudiantes
o en el que determine el Consejo de Educación Secundaria.
La reglamentación y categorías se mantienen durante los períodos: noviembrediciembre,
febrero, julio, noviembre-diciembre y febrero, todos ellos consecutivos.
(Circular 2845)
Las Direcciones Liceales deberán garantizar que el estudiante tenga la oportunidad de rendir
con anterioridad, en cada período, la asignatura correlativa pendiente.
Ningún estudiante podrá rendir examen dos veces de la misma asignatura y curso en un mismo
período.
El Consejo de Educación Secundaria podrá establecer un período extraordinario en abril.

Artículo 58
El tipo de examen que corresponde a la Categoría B consiste en una prueba complementaria,
exclusivamente de aquellos contenidos del curso en los que se manifestó insuficiencia. Este se
realizará a partir del período noviembre – diciembre. Dicha prueba será, preferentemente, un
oral de no más de quince minutos de duración o en su defecto lo que la Inspección de la
Asignatura determine. En 2º y 3° podrá extenderse según la característica de la prueba (teórico,
práctico, gráfico, etc), hasta un máximo de 60 minutos según pautas que indique la Inspección
respectiva.
En las pruebas orales el Tribunal deberá dejar registrado los contenidos o preguntas
planteados a cada alumno, así como la valoración que adjudica a las respuestas. Este
documento, firmado por los integrantes del Tribunal, se archivará con los trabajos
escritos del examen y será el elemento de prueba ante cualquier reclamación.

Materiales 6to Programa

PROPUESTA PROGRAMÁTICA DE HISTORIA
Tercer año de Bachillerato – Reformulación 2006

Opción Social humanística

El siglo XX y los albores del XXI

Unidad 1.- Guerra y revolución (1914-1945).

*Repercusiones de la primera Guerra Mundial en América.
*El impacto de la revolución bolchevique.
*La crisis de 1929 vista desde América mestiza: comercio exterior y crisis socio-política.
*Japón: de la restauración Meiji al militarismo.
*Los regímenes totalitarios: características generales.
*La incidencia de la Segunda Guerra Mundial en América.
*China: del “celeste imperio” a la revolución social.

Unidad 2.- Uruguay en la primera mitad del Siglo XX.

*El Uruguay del 900 (cambios demográficos, sociales y culturales; las guerras civiles, el proceso hacia la democracia).
*El período batllista: contexto nacional e internacional, matriz ideológica, propuestas, bloqueos y resistencias.
*Repercusiones de la crisis de 1929: continuidades y rupturas en la década del '30.
*Auge, consolidación y crisis del Estado Benefactor.

Unidad 3.- América en el mundo de postguerra (1945-1989).

*El papel de EEUU en el mundo bipolar.
*Los movimientos populistas: concepto y características.
*La crisis de los proyectos industrializadores y la búsqueda de alternativas (la vía revolucionaria o el desarrollismo)
*Dictaduras militares, Doctrina de la Seguridad Nacional y afirmación del Neoliberalismo.
*Las transiciones hacia los modelos democráticos. Desafíos.
*Expresiones culturales y artística

Unidad 4.- Uruguay: crisis, autoritarismo y recuperación democrática (1958- al presente).

*El triunfo nacionalista y su nuevo modelo económico.
*El plan CIDE: diagnóstico y propuestas no concretadas.
*Crisis socio-política y confrontación ideológica. La incidencia de los movimientos armados.
*Los diferentes actores sociales ante la crisis.
*Las nuevas modalidades del discurso político.
*El golpe de Estado de 1973 y las diferentes miradas historiográficas.
*La dictadura cívico-militar, la vida cotidiana y los miedos.
*El plebiscito de 1980, la crisis económica y la transición hacia la democracia.
*La transición a la democracia: concertación programática, acuerdo del Club Naval, la Ley de Caducidad.
*La situación de los Derechos Humanos.
*La situación económica y social al finalizar el siglo.
*La integración regional: el desafío del MERCOSUR.
*De la crisis de 2002 a la actualidad.
*Los temas pendientes.

Unidad 5.- El mundo actual y su proyección sobre América y Uruguay (de 1989 al presente).

*Hacia un nuevo orden político internacional: viejos y nuevos conflictos (Asia, los Balcanes y Africa), la “guerra contra el terrorismo”.
*Los principales centros de poder político, económico y cultural del mundo.
*Desarrollo científico-tecnológico: la revolución digital y la sociedad de la información; avances en la genética y la biotecnología.
*La globalización: posibles miradas sobre la región.
*Los nuevos movimientos sociales en el marco de las grandes transformaciones mundiales.
*Los Derechos Humanos: concepto y complejidad. Los avances en la concientización; desafíos actuales.
*Otros desafíos: los recursos naturales y las fuentes de energía; desempleo, pobreza y migraciones.