Materiales para 5to y 6to

Materiales 6to Ficha 1. Primera guerra mundial

Ficha Nº 1

VISTA PANORÁMICA DEL SIGLO XX
(1914-1945)

William Golding (premio Nobel, escritor, Gran Bretaña): «No puedo dejar de pensar que ha sido el siglo más violento en la historia humana».

Yehudi Menuhin (músico, Gran Bretaña): «Si tuviera que resumir el siglo xx, diría que despertó las mayores esperanzas que haya concebido nunca la humanidad y destruyó todas las ilusiones e ideales».

Rita Levi Montalcini (premio Nobel, científica, Italia): «Pese a todo, en este siglo se han registrado revoluciones positivas... la aparición del cuarto estado –sufragio universal- y la promoción de la mujer tras varios siglos de represión».

Severo Ochoa (premio Nobel, científico, España): «El rasgo esencial es el progreso de la ciencia, que ha sido realmente extraordinario... Esto es lo que caracteriza a nuestro siglo».

Leo Valiani (historiador, Italia): «Nuestro siglo demuestra que el triunfo de los ideales de la justicia y la igualdad siempre es efímero, pero también que, si conseguimos preservar la libertad, siempre es posible comenzar de nuevo ... Es necesario conservar la esperanza incluso en las situaciones más desesperadas».

“La primera guerra mundial marcó el derrumbe de la civilización (occidental) del siglo XIX. Esa civilización era capitalista desde el punto de vista económico, liberal en su estructura jurídica y constitucional, burguesa por la imagen de su clase hegemónica característica y brillante por los adelantos alcanzados en el ámbito de la ciencia, el conocimiento y la educación, así como del progreso material y moral. Además, estaba profundamente convencida de la posición central de Europa, cuna de las revoluciones científica, artística, política e industrial, cuya economía había extendido su influencia sobre una gran parte del mundo, que sus ejércitos habían conquistado y subyugado, cuya población había crecido hasta constituir una tercera parte de la raza humana (incluida la poderosa y creciente corriente de emigrantes europeos y sus descendientes), y cuyos principales estados constituían el sistema de la política mundial.

Los decenios transcurridos desde el comienzo de la primera guerra mundial hasta la conclusión de la segunda –guerra mundial- fueron una época de catástrofes para esta sociedad, que durante cuarenta años sufrió una serie de desastres sucesivos. Sus cimientos fueron quebrantados por dos guerras mundiales, a las que siguieron dos oleadas de rebelión y revolución generalizadas, que situaron en el poder a un sistema – el comunista- que reclamaba ser la alternativa, predestinada históricamente, a la sociedad burguesa y capitalista, primero en una sexta parte de la superficie del mundo y, tras la segunda guerra mundial, abarcaba a más de una tercera parte de la población del planeta. Los grandes imperios coloniales que se habían formado antes y durante la era del imperio se derrumbaron y quedaron reducidos a cenizas. La historia del imperialismo moderno, tan firme y tan seguro de sí mismo a la muerte de la reina Victoria de Gran Bretaña -1901-, no había durado más que el lapso de una vida humana. Pero no fueron esos los únicos males. En efecto, se desencadenó una crisis económica mundial –crisis del 29- de una profundidad sin precedentes que sacudió incluso los cimientos de las más sólidas economías capitalistas y que pareció que podría poner fin a la economía mundial global, cuya creación había sido un logro del capitalismo liberal del siglo XIX. Incluso los Estados Unidos, que no habían sido afectados por la guerra y la revolución, parecían al borde del colapso. Mientras la economía se tambaleaba, las instituciones de la democracia liberal desaparecieron prácticamente entre 1917 y 1942, excepto en una pequeña franja de Europa y en algunas partes de América del Norte y de Australasia, como consecuencia del avance del fascismo y de sus movimientos y regímenes autoritarios satélites. Sólo la alianza —insólita y temporal— del capitalismo liberal y el comunismo para hacer frente a ese desafío permitió salvar la democracia. Desde una multiplicidad de puntos de vista, este período de alianza entre el capitalismo y el comunismo contra el fascismo —fundamentalmente las décadas de 1930 y 1940— es el momento decisivo en la historia del siglo XX. En muchos sentidos es un proceso paradójico, pues durante la mayor parte del siglo —excepto en el breve período de antifascismo— las relaciones entre el capitalismo y el comunismo se caracterizaron por un antagonismo irreconciliable.

Primera guerra mundial
(1914-1918)

«Las lámparas se apagan en toda Europa —dijo Edward Grey, ministro de Asuntos Exteriores de Gran Bretaña, mientras contemplaba las luces de Whitehall durante la noche en que Gran Bretaña y Alemania entraron en guerra en 1914—. No volveremos a verlas encendidas antes de morir.»

Entre 1871 y 1914 no hubo ningún conflicto en Europa en el que los ejércitos de las grandes potencias atravesaran una frontera enemiga, aunque en el Extremo Oriente Japón se enfrentó con Rusia, a la que venció, en 1904-1905, en una guerra que aceleró el estallido de la revolución rusa. Anteriormente, nunca se había producido una guerra mundial. Todo cambió en 1914. En la primera guerra mundial participaron todas las grandes potencias –Gran Bretaña, Francia, Rusia, Alemania, Italia, Austria-Hungría- y todos los estados europeos excepto España, los Países Bajos, los tres países escandinavos y Suiza. Además, diversos países de ultramar enviaron tropas, en muchos casos por primera vez, a luchar fuera de su región. Así, los canadienses lucharon en Francia, los australianos y neozelandeses forjaron su conciencia nacional en una península del Egeo. y, lo que es aún más importante, los Estados Unidos desatendieron la advertencia de George Washington de no dejarse involucrar en «los problemas europeos» y trasladaron sus ejércitos a Europa, condicionando con esa decisión la trayectoria histórica del siglo XX.
Comenzó como una guerra esencialmente europea entre la Triple Alianza, constituida por Francia, Gran Bretaña y Rusia, y las llamadas «potencias centrales» (Alemania y Austria-Hungría). Serbia y Bélgica se incorporaron inmediatamente al conflicto como consecuencia del ataque austríaco contra la primera (que, de hecho, desencadenó el inicio de las hostilidades) y del ataque alemán contra la segunda (que era parte de la estrategia de guerra alemana). Turquía y Bulgaria se alinearon poco después junto a las potencias centrales, mientras que en el otro bando la Triple Alianza dejó paso gradualmente a una gran coalición. Los Estados Unidos entraron en la guerra en 1917 y su intervención iba a resultar decisiva a favor de la triple Alianza.
La superioridad del ejército alemán como fuerza militar podía haber sido decisiva - alcanzó la victoria total en el este, sumergiendo a Rusia en una profunda crisis que la llevaría a la revolución de 1917 - si los aliados no hubieran podido contar a partir del mismo año con los recursos prácticamente ilimitados de los Estados Unidos.
Cuando los aliados comenzaron a avanzar en el verano de 1918, la conclusión de la guerra fue sólo cuestión de unas pocas semanas. Las potencias centrales no sólo admitieron la derrota sino que se derrumbaron.
¿Por qué, pues, las principales potencias de ambos bandos consideraron la primera guerra mundial como un conflicto en el que sólo se podía contemplar la victoria o la derrota total? La razón es que, a diferencia de otras guerras anteriores, impulsadas por motivos limitados y concretos, la primera guerra mundial perseguía objetivos ilimitados. En la era imperialista, se había producido la fusión de la política y la economía. La rivalidad política internacional se establecía en función del crecimiento y la competitividad de la economía, pero el rasgo característico era precisamente que no tenía límites. Era el todo o nada. En la década de 1900, cénit de la era imperial e imperialista, estaban todavía intactas tanto la aspiración alemana de convertirse en la primera potencia mundial («el espíritu alemán regenerará el mundo», se afirmaba) como la resistencia de Gran Bretaña y Francia, que seguían siendo, sin duda, «grandes potencias» en un mundo eurocéntrico. Era un objetivo absurdo y destructivo que arruinó tanto a los vencedores como a los vencidos. Precipitó a los países derrotados en la revolución y a los vencedores en la bancarrota y en el agotamiento material.

Las condiciones de la paz impuesta por las principales potencias vencedoras sobrevivientes (los Estados Unidos, Gran Bretaña, Francia e Italia) y que suele denominarse, de manera imprecisa, tratado de Versalles (1919), consideró necesario controlar a Alemania, que, después de todo, había estado a punto de derrotar con sus solas fuerzas a toda la coalición aliada. Por razones obvias esta era —y no ha dejado de serlo desde entonces— la principal preocupación de Francia. En segundo lugar, había que reestructurar el mapa de Europa, tanto para debilitar a Alemania como para llenar los grandes espacios vacíos que habían dejado en Europa y en el Próximo Oriente la derrota y el hundimiento simultáneo de los imperios ruso, austrohúngaro y turco. Los principales aspirantes a esa herencia, al menos en Europa, eran una serie de movimientos nacionalistas que los vencedores apoyaron siempre que fueran antibolcheviques. Finalmente, las potencias vencedoras trataron de conseguir una paz que hiciera imposible una nueva guerra como la que acababa de devastar el mundo y cuyas consecuencias estaban sufriendo. El fracaso que cosecharon fue realmente estrepitoso, pues veinte años más tarde el mundo estaba nuevamente en guerra.
A Alemania se le impuso una paz con muy duras condiciones, justificadas con el argumento de que era la única responsable de la guerra y de todas sus consecuencias (la cláusula de la «culpabilidad de la guerra»), con el fin de mantener a ese país en una situación de permanente debilidad. El procedimiento utilizado para conseguir ese objetivo no fue tanto el de las amputaciones territoriales sino otras medidas. En efecto, se impidió a Alemania poseer una flota importante, se le prohibió contar con una fuerza aérea y se redujo su ejército de tierra a sólo 100.000 hombres; se le impusieron unas «reparaciones» (resarcimiento de los costos de guerra en que habían incurrido los vencedores) teóricamente infinitas; se ocupó militarmente una parte de la zona occidental del país; y se le privó de todas las colonias de ultramar.
En cuanto al mecanismo para impedir una nueva guerra mundial, era evidente que el consorcio de «grandes potencias» europeas, que antes de 1914 se suponía que debía garantizar ese objetivo, se había deshecho por completo. La alternativa, que el presidente norteamericano Wilson instó a los reticentes políticos europeos a aceptar era instaurar una «Sociedad de Naciones» (es decir, de estados independientes) de alcance universal que solucionara los problemas pacífica y democráticamente mediante una negociación realizada de forma pública. La Sociedad de Naciones se constituyó, pues, como parte del tratado de paz y fue un fracaso casi total, excepto como institución que servía para recopilar estadísticas. Es cierto, no obstante, que al principio resolvió alguna controversia de escasa importancia que no constituía un grave peligro para la paz del mundo. Pero la negativa de los Estados Unidos a integrarse en la Sociedad de Naciones vació de contenido real a dicha institución en un mundo que ya no era eurocéntrico y eurodetermindado. En definitiva, ningún tratado que no contara con el apoyo de ese país, que se había convertido en una de las primeras potencias mundiales, podía ser viable.

Dos grandes potencias europeas, y mundiales, Alemania y la Unión Soviética, fueron eliminadas temporalmente del escenario internacional y además se les negó su existencia como protagonistas independientes. En cuanto uno de esos dos países volviera a aparecer en escena quedaría en precario un tratado de paz que sólo tenía el apoyo de Gran Bretaña y Francia, pues Italia también se sentía descontenta. Las pocas posibilidades de paz que existían fueron torpedeadas por la negativa de las potencias vencedoras a permitir la rehabilitación de los vencidos –Alemania y la ex Rusia zarista, ahora URSS-

¿Impulsó la guerra el crecimiento económico? Al menos en un aspecto hay que contestar negativamente. La pérdida de recursos productivos fue enorme, por no mencionar la disminución de la población activa. En cambio, las guerras repercutieron favorablemente en la economía de los Estados Unidos, que en los dos conflictos mundiales alcanzó un extraordinario índice de crecimiento, especialmente en la segunda guerra mundial, en que creció en torno al 10 por 100 anual, el ritmo más rápido de su historia. Durante las dos guerras mundiales, los Estados Unidos se beneficiaron de su alejamiento del escenario de la lucha, de su condición de principal arsenal de sus aliados y de la capacidad de su economía para organizar la expansión de la producción más eficazmente que ninguna otra. Probablemente, el efecto económico más perdurable de ambas guerras mundiales fue que otorgó a la economía estadounidense una situación de predominio mundial durante todo el siglo xx corto. En 1914 era ya la principal economía industrial, pero no era aún la economía dominante. Las dos guerras mundiales alteraron esa situación al fortalecer esa economía y debilitar, de forma relativa o absoluta, a sus competidores europeos. Su nueva posición de acreedor frente a Europa -alrededor de 10.000 millones de dólares - le garantizaba una influencia decisiva en los asuntos mundiales. Las tesis norteamericanas para la reestructuración de las relaciones internacionales se concretaron en los famosos "14 puntos " de W. Wilson (1918) y en toda una serie de demandas presentadas a lo largo de la década del veinte.
Aunque América Latina no participó directamente en la primera conflagración mundial, si experimento sus repercusiones, tanto en la esfera económica como en la política y social.
El reacomodo del sistema capitalista se tradujo aquí en la consolidación de la expansión y penetración norteamericana. Entre 1914 y 1915 las hostilidades en Europa trajeron consigo una súbita desarticulación del comercio exterior latinoamericano. En los primeros momentos se produjo una contracción de las exportaciones, las cuales no lograron retomar su ritmo expansivo sino a partir de 1915-1916. La coyuntura favoreció también un rápido incremento de los precios y, paralelamente, ciertas dificultades con los abastecimientos –importaciones- debido a la orientación bélica de la economía europea y los efectos de la guerra submarina decretada por Alemania. Este conjunto de factores determinó una reorientación del comercio exterior de América Latina, tanto por el auge de la demanda norteamericana de materias primas, que en muchos países aceleró el desplazamiento de los intereses británicos, como por la interrupción del tráfico con Alemania y la febril actividad intermediaria de los armadores de E.U., quienes se valían de su condición de neutrales - hasta 1917 - para comercializar los excedentes latinoamericanos.
Como un subproducto de la transitoria desvinculación entre los clientes sudamericanos y sus proveedores tradicionales, el incipiente proceso de industrialización recibió un apreciable impulso en algunos países. Esto no condujo, por cierto, al desarrollo de un sistema industrial por el capital nacional, sino más bien a la proliferación de pequeños talleres y manufacturas, y a la ampliación de fábricas muchas veces propiedad de empresarios extranjeros. Más importancia tuvo el avance del comercio y las inversiones norteamericanas, que se apresuraron a llenar el vacío dejado por sus rivales, directamente involucrados en el conflicto europeo. La incontenible expansión de los capitales norteamericanos reafirmó en el transcurso de la década del veinte su hegemonía disputada en la América Central y el antiguo Caribe español, e incorporó definitivamente a su zona de influencia a los países sudamericanos.


Ejercicios

• Averigua las múltiples causas que provocaron la Primera guerra mundial

• Análisis de texto:

Catorce Puntos de Wilson

"1. Acuerdos de paz negociados abiertamente (...) La diplomacia procederá siempre (...) públicamente.
2. Libertad absoluta de navegación sobre los mares (...)
3. Supresión, hasta donde sea posible, de todas las barreras económicas (...)
4. Suficientes garantías recíprocas de que los armamentos nacionales serán reducidos al límite compatible con la seguridad interior del país.
5. Libre ajuste (...) de todas las reivindicaciones coloniales (...)
6. Evacuación de todos los territorios rusos (...) dándose a Rusia la oportunidad para su desarrollo
7. Bélgica (...) deberá ser evacuada y restaurada.
8. Todo el territorio francés deberá ser liberado (...) El daño hecho a Francia en 1871, en lo que se refiere a Alsacia-Lorena (...), deberá ser reparado.
9. Deberá efectuarse un reajuste de las fronteras de Italia, siguiendo las líneas de las nacionalidades claramente reconocibles.
10. A los pueblos de Austria-Hungría (...) deberá serles permitido, con la mayor premura, la posibilidad de un desarrollo autónomo.
11. Rumania, Serbia y Montenegro deberán ser evacuados (...) A Serbia se le concederá libre acceso al mar; determinar las relaciones mutuas de los diferentes estados de los Balcanes mediante principios de amistad y de acuerdo con criterios históricos de alianza y nacionalidad; y se debe garantizar la independencia política y económica y la integridad territorial de los diversos estados balcánicos.
12. A los territorios turcos del actual Imperio otomano se les garantizará plenamente la soberanía (...), pero las otras nacionalidades que viven actualmente bajo el régimen de este Imperio deben (...) disfrutar de una total seguridad de existencia y de poderse desarrollar sin obstáculos.
13. Deberá constituirse un Estado polaco independiente, que comprenda los territorios incontestablemente habitados por polacos, los cuales deberán tener asegurado el acceso al mar (...)
14. Deberá crearse una Sociedad general de las Naciones en virtud de acuerdos formales, que tenga por objeto ofrecer garantías recíprocas de independencia política y territorial tanto a los pequeños como a los grandes estados."
Discurso del presidente Wilson al Congreso de EE.UU.
8 de Enero de 1918

1) ¿Cuáles son los criterios económicos que postula Wilson?
2) ¿Qué aspectos de los tratados de paz en Versalles no encontramos en la propuesta de Wilson?
3) ¿Qué aspectos de la propuesta de Wilson no fueron tomadas en cuenta de acuerdo al repartido en los tratados?
4) ¿Cuáles son los criterios para delimitar las fronteras?




Bibliografía

Síntesis de “Historia del siglo XX” de Eric Hobsbawm

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